Cuando el destino se empeña en cambiar la vida de alguien, suceden cosas como las que le sucedieron a Jesús Mosquera (30), el protagonista de esta nota.
“Mi papá (José Luis) era albañil y mi mamá (María del Carmen) ama de casa, y los dos están profundamente sorprendidos de lo que estoy haciendo porque ellos durante veinte años me vieron jugando al fútbol…”, arranca narrando Jesús, el hombre que en Wikipedia figura como “exfutbolista español convertido en actor”. El punto curioso está en la palabra que une las dos profesiones que lo identifican, y de ello comenzamos a charlar con él en una barbería del barrio de San Telmo, a 9.666 kilómetros de Fuengirola, la ciudad del sur de España que lo vio nacer.
De futbolista a galán de Netflix
“Cuando yo arranqué a jugar al fútbol tenía cuatro años y la pelota era casi más grande que yo”, recuerda con la cara ladeada y una expresión nostálgica Jesús, “pero a mis veinticuatro años, cuando estaba jugando en Antequera, me salió la oportunidad de hacer un casting con Yolanda Serrano y Eva Leira, las directoras de casting que me abrieron las puertas de Toy Boy y de la interpretación”.
–Hay personas que pasan años soñando con acceder a puertas como esas. ¿Cómo se dio?, ¿buscabas ser actor?
–No (Risas). Fue algo muy curioso porque yo estaba en el gimnasio entrenando para llegar en óptimas condiciones a la pretemporada y un amigo vino y me dijo: “Están buscando un chico alto, moreno, deportista… tú puedes dar el perfil”. Pero cuando llegó el momento me eché para atrás y seguí entrenando hasta que escuché como una chica le preguntaba al de la recepción: “¿Puedo acercarme a alguien?, porque hay un chico que da el perfil que estoy buscando, que tiene una camiseta amarilla, que se me ha ido y no se ha presentado”. Yo en ese momento estaba haciendo un entrenamiento de espalda, una tracción dorsal, y llevaba puesta una camiseta amarilla de la selección de fútbol tailandesa que me había regalado un amigo, y escuché lo que te cuento entre las máquinas y me asomé un poco.
–Parece el guión de una película.
–(Extiende su sonrisa) Así es. Cuestión que me ve y exclama “¡Tú, tú, tú!, te tienes que presentar por favor”. Y entre broma y broma, y alentado por mis amigos que ya se habían presentado, fui a hacer este casting que era en la mitad del gimnasio y que no sabía si era para un anuncio, una película, una serie o qué. Es más, yo pensé que era algo pequeñito, nada serio.
–¿En qué consistió ese primer casting?
–Fue una especie de presentación en la que me preguntaron “quién eres, a qué te dedicas, a qué te quieres dedicar, qué quieres hacer en el futuro”, y tal. Y yo dije “quiero ser feliz, no sé cómo, pero quiero ser feliz”.
–¿Esa afirmación en cuánto tiempo te cambió la vida?
–Y… en agosto de 2017 me convocaron a mi primera audición oficial, un 9 de enero de 2018 me dieron la noticia de que había quedado, y el 21 de enero ya estaba en Madrid ensayando. Esa época no la voy a olvidar nunca.
–Hoy, quienes te vieron en Toy Boy (Netflix), te tienen indisolublemente asociado con Hugo, ¿te pareció fuerte enterarte de que ibas a interpretar a un stripper?
–Sí… pero fueron desglosándomelo poco a poco. Al comienzo me dijeron que estaban buscando a alguien para una serie de Antena 3, la cadena abierta de España, y que después se iba a vender a una plataforma. Después siguieron las pruebas sin que me digan mucho hasta que, en la penúltima, cuando ya me iba, me preguntaron: “Oye Jesús: ¿tú bailas?”. Les conté que era algo que hacía con mis amigos, si me tomaba unas copas, porque soy tímido. Y me respondieron: “Lo de tímido y reservado no hace falta que lo digas, se te nota. Bueno, ya te puedes ir”. Y cuando me llaman para la última prueba veo en el texto que mi personaje dice: “Yo no voy a volver a bailar, yo esto de ser stripper…”. Pensé: “¿¡¿Perdón?!?, será el personaje stripper, pero yo no tengo que bailar porque no sé hacerlo”. Y cuando finalmente me llamaron para darme la noticia de que había quedado me anunciaron: “Oye Jesús, tienes que venir a Madrid porque vas a tomar clases de teatro y de baile”. Recién ahí me contaron que el personaje bailaba y que era stripper, y me confesaron que no me lo dijeron el primer día para que no me vaya corriendo.
Una búsqueda que trasciende la fama
“Cuando me metí en este mundo no fui consciente de que estaba cambiando de profesión, pero había una parte de mí a la que le daba igual”, nos confiesa Jesús con la cara aún húmeda tras las fotos que realizó salpicándose con agua en el baño de la barbería masculina en la que nos encontramos. ¿Qué lo motivaba hace seis años? Él nos responde: “Yo solo quería aprender. Y me dieron la oportunidad de aprender a actuar, a bailar, a entrenar muy fuerte, a cuidar mi alimentación, a vivir en otra ciudad y a expandir mi imaginación, y yo solo pensaba en eso y en dar lo máximo de mí. Fue como abrir mi creatividad a lugares que nunca había experimentado. Porque en el fútbol era todo muy metódico: yo era central y había que ejecutar muy bien. Tenía que interpretar lo que pasaba con el rival, con la pelota, el estadio, el césped, el clima y el resultado. Porque, aunque tienes que crear jugadas y defender, el fútbol es interpretar todo el tiempo, pero desde otro lugar”.
–Pocos imaginan que existe una analogía entre el fútbol y la actuación.
–La hay sin lugar a duda. Igual a mí lo que más me atrapó de la actuación fue la posibilidad de poder conocerme más a mí mismo y a los demás, explorar los vínculos y las vulnerabilidades, y también cómo se puede ayudar contando historias. Fue maravilloso, porque, para mí que partía de cero, cada día equivalía a un nuevo aprendizaje. Tenía veinticinco años y me sentía jugando como un niño pequeño… y eso me quitaba la presión que yo me había metido en el fútbol, porque hubo años y momentos en mi carrera deportiva en los que me perjudiqué a mí mismo a través de la presión, y con ese camino no me fue bien. Así que con la actuación viví el día a día sin presionarme, total sabía que cada clase de teatro, baile o lo que sea era grabada, así que quienes me contrataban veían todo lo que hacía.
–¿Y qué pasó cuando llegó el día del estreno y vino la fama?
–(Eleva la mirada al cielo) Bueno, yo tuve nueve meses previos de formación, ocho meses de rodaje y seis meses de postproducción, y durante todo ese tiempo el equipo de trabajo me mantuvo los pies en el suelo planteándome todos los escenarios posibles: que la serie no funcione, que mi personaje no guste, que no se llegue ni a estrenar… y también que pueda ser un éxito.
–Y hoy no hay quien haya visto ‘Toy Boy’ que no te recuerde.
–(Risas) La verdad me sorprende a lo que llega una plataforma, porque me dio a conocer en un montón de países lejos de casa. Superó todas mis expectativas. Bueno (extiende los brazos mostrando el espacio), ¡ahora estoy en Argentina!, y tengo un público que me apoya y me da muchísimo cariño a pesar de que ya pasaron años de aquel proyecto.
¿Por qué Argentina?
“Somos nosotros” se llama la obra de teatro que Jesús coprotagoniza desde el 25 de octubre en el teatro Multitabaris Comafi junto a Denise Dumas, Sofía Pachano, Gaston Soffritti y Lionel Arostegui. Lo que muchos no saben es que el día del debut de la obra fue también el día en que Jesús se enfrentó por primera vez a un público.
–Te animaste a salir de las plataformas y a zambullirte en la magia del teatro. ¿Qué te llevó a ello?
–Lo resumo: después de que terminó Toy Boy, me fui a Italia a rodar otra serie –Il grande Gioco– y en 2022 me anoté en la Escuela de teatro Timbre 4, de Madrid, ¡y me pareció increíble! Me acuerdo de estar en el subte y de mandarle un mensaje a mi mamá diciendo: “Mamá, encontré mi vocación”. Es que se me activó la llama.
–Y elegiste debutar en un teatro de la Avenida Corrientes, en Buenos Aires.
–Así es. Se dio que un día me llamaron para preguntarme si quería que me pasen un libreto de una obra que se iba a presentar en su país, un sitio que no conocía, pero del que me habían hablado maravillas, porque ustedes tienen una cultura de teatro y de la interpretación, que para nosotros es como la cuna, la Meca. Y automáticamente me dije: “Tengo que ir, tengo que ver cómo viven los argentinos el teatro”. Ni tuve que pensarlo, porque todos me dijeron que iba a ser la mejor experiencia de mi vida, y que no me iba a querer volver.
–Volvamos sobre tus palabras: ¿los españoles consideran que Buenos Aires es la Meca del teatro?
–Sí, obvio. Es un honor poder decir que estoy en Buenos Aires haciendo teatro. De hecho, los mejores maestros de interpretación son argentinos. Tenemos muchísimo respeto por su interpretación.
–¿En qué momento de tu vida llegó esta aventura internacional?
–En uno en el que podría decir que necesitaba un cambio a nivel personal y profesional, y, en ese sentido, siento que está cumpliendo todas las expectativas.
–¿Viniste solo?
–Sí, solo, ¡y listo para la aventura!
Un dato que le va a interesar a más de una argentina
–En Google vi que los medios españoles hablan mucho de tu vida sentimental, y te vinculan particularmente con una artista llamada Esmeralda Pimentel. ¿Te separaste?
–Sí… terminó la relación, fue la vida.
–O sea que podemos decir que estás soltero en Buenos Aires… ¿o ya conociste a alguien?
–(Niega con la cabeza) No, no, no tengo tiempo (Ríe).
–¿Estarías interesado en conocer a alguien?
–Yo estoy abierto al amor, pero no voy buscando. Solo pienso en seguir el camino y cada proceso, y en vivir el día a día sin pensar en el futuro o en lo que pueda pasar. Claro que el estar enamorado es una de las cosas más lindas de la vida y no me voy a cerrar a eso.
–¿Tus expectativas en el país cuáles dirías que son?
–Uf. Siento que estoy muy feliz y ojalá pueda mantener ese sentimiento. Después, quiero conocer el país, su cultura, ver mucho teatro, porque quiero saber cómo funciona todo y cómo se dirige aquí. También quiero aprovechar el poco tiempo que tengo libre para viajar y conocer su tierra, y para hacer amigos, porque siento que van a salir vínculos bonitos de esta experiencia,
–Como dijiste en aquel casting que cambió tu destino, ¿seguís buscando tu felicidad?
–Sí, obvio. Amo la actuación, amo la vida y amo la música.
–Momento. ¿Está en tus planes ser cantante?
–(Se muerde el labio dudando antes de hablar) Digamos que empecé a tomar clases de canto aquí. No estoy para sacar un disco, pero estoy muy a full con la técnica vocal, indagando con instrumentos, con mi voz…
–¿Qué te llevó a tomar clases de música en nuestra ciudad?
–Que me hablaron muy bien de Marcelo Velasco, que es el coach vocal con el que estoy trabajando, y, como estamos haciendo funciones de miércoles a domingo, y la obra es muy física, lo contacté para cuidar mi voz y tener un buen rendimiento.
–Y cuidando tu voz descubriste que te gusta cantar.
–Sí y no, porque siempre me gustó cantar, pero mi madre me decía que la voz no era lo mío (Risas). O sea, yo sé que no tengo un don, pero como me sucedió con la interpretación o el baile, sé que si le dedico mi tiempo y soy disciplinado voy a conseguir grandes objetivos. ¡Quién sabe qué puede depararme la vida!
Fotos: Christian Beliera
Producción y estilismo: Sofía Perez y Santía
Maquilló y peinó: Natalí Pomansoncco para Sebastián Correa Estudio
Edición de video: Martina Cretella
Diseño de imagen: Elisabet Correa
Agradecemos a Fer Tochi, Herencia Custom Garage, Ginebra Man y muy especialmente a Sir Fausto por la locación
