Carlos Sanca Pichún tiene 76 años, es chileno de nacimiento pero vivió gran parte de su vida en la Argentina. Desde hace más de una década, era el hombre de máxima confianza de la familia real de los Países Bajos en Cumelén, Villa La Angostura, el exclusivo barrio donde Máxima Zorreguieta y el rey Guillermo suelen vacacionar cuando vienen al país. Su desaparición, ocurrida hace casi un mes, mantiene en vilo a sus familiares y al entorno que lo rodeaba.

Todo comenzó a mediados de junio, cuando Carlos cruzó el Paso Cardenal Samoré hacia Chile para visitar a sus hermanastros en la zona de Puyehue. Según contó su nieto, Mirko, en una entrevista con el programa Diario de Mariana (América TV), el casero tenía la intención de establecerse nuevamente en tierras chilenas. De hecho, estaba planificando construir una casa en un terreno familiar ubicado en las cercanías del centro invernal de Antillanca.
Ese día, Carlos pasó por la casa de uno de sus hermanastros alrededor de las 14:30 y luego emprendió un breve trayecto —de apenas dos kilómetros— hacia el terreno donde pensaba levantar su nueva vivienda. Desde entonces no se supo nada más de él. Tres días después, su vehículo apareció abandonado, cerrado con llave, con su ropa de abrigo, billetera y otras pertenencias personales en su interior. No había señales de violencia ni indicios de robo.

Ese detalle encendió todas las alarmas: ¿Carlos se perdió por sus propios medios o fue víctima de una desaparición forzada? Esa es la pregunta que hoy intentan responder tanto su familia como las autoridades chilenas y argentinas, que trabajan en conjunto para dar con su paradero. “Él conocía ese lugar como la palma de su mano”, señaló Mirko. “Vivió más de 60 años en la zona de Villa La Angostura, y ese campo era de su madre. No tenía motivos para perderse”.
El caso generó una fuerte conmoción en Cumelén, el selecto barrio de casas señoriales, muelles privados y estricta política de admisión, donde Carlos trabajaba desde hacía años. Fue él quien, en más de una ocasión, organizó paseos en bote o salidas de pesca para la reina Máxima, el rey Guillermo y sus hijas. Incluso hay fotografías que lo muestran junto a la pareja real, un testimonio de la cercanía y la confianza que supo construir a lo largo del tiempo.

“Hablan muy bien de él. No cualquiera cuida una propiedad como esa, en un lugar tan exclusivo”, remarcaron los periodistas del programa de América TV, destacando que Carlos era mucho más que un empleado: formaba parte del círculo íntimo. Su historia, además, se mezcla con la de muchos trabajadores de Villa La Angostura que, por cuestiones económicas, eligen vivir del lado chileno y cruzar la frontera a diario.
A casi un mes de su desaparición, la familia de Carlos no baja los brazos. Las búsquedas continúan, tanto por tierra como por aire, y sus seres queridos apelan a la difusión pública para mantener el caso activo. “Esto no se puede olvidar”, dijo su nieto, con la voz entrecortada: “Queremos saber qué pasó con él, porque no hay nada que nos cierre”.