Cuando la década de los Noventa estaba terminando, todo un semillero esperaba expectante una oportunidad. Era esa época en las qu muchas de las carreras se construían a través de las agencias de modelos, con Pancho Dotto y Ricardo Piñeiro como máximos estandartes. Y aquí aparece Dionisio Heiderscheid, uno de los exponentes masculinos con mayor proyección de aquellos tiempos. Pero su vida cambió. Mutó. Y no sólo una vez... De las pasarelas a la conducción de tevé, luego a una exitosa carrera como actor porno y ahora como DJ.

Se codeó con figuras femeninas como Daniela Urzi, Guillermina Valdés, Cata Rautenber, Moira Gough, Débora del Corral, Carola del Bianco, Katya Kuks, Natalia Forchino. En el plano masculino, fue de la generación de Iván de Pineda y Matías Camisani. Todos nombres que marcaron una verdadera época, aunque algunos no perduraron en el tiempo. “Cómo éramos muy chicos, formábamos una banda de amigos”, rememora en diálogo con Revista GENTE.
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“Yo vengo del deporte. Desde los ocho años hago atletismo y fui subcampeón nacional de gimnasia aeróbica a principios de la última décadas del anterior milenio. Estudié gimnasia y cuando tomé la carrera de Publicidad empecé a trabajar con Pancho. Fue el primer quiebre: colgué los guantes del deporte para trabajar en la moda”, comenta.
Dionisio llegó a Pancho a través de un booker de la agencia Elencos, a la que fue para un casting. Y ahí dio sus primeras armas hasta que saltó con Piñeiro, que era como pasar de River a Boca. Si bien se esforzó, rápidamente ya estaba completamente instalado.

Cuenta con orgullo: “Mi primera campaña fue para underwear de una reconocida marca deportiva. Luego la pegamos en una sesión de fotos que hicimos desnudos con Dolores Trul para una automotriz en las Salinas de Jujuy. Fue un bombazo”.
“En aquellos tiempos los modelos accedíamos a hacer televisión. Era un trampolín para conseguir otros trabajos. Yo conduje Tendencia con Ingrid Grudke, estuve en Fashion TV e hice algunas cosas para Pol-ka, aunque mi idea no era dedicarme a eso”, señala.

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-¿Cómo te acompañó tu familia en ese cambio a la hora de dejar la universidad para ser modelo?
-No lo sufrí porque entré al medio muy rápido. La que me acompañó fue mi mamá. Mi papá murió en un accidente del que yo sobreviví cuando tenía once años. Creo que por esa situación la felicidad de mi madre era que siguiera vivo y pleno con lo que quiera hacer. No me costó tanto eso.
-¿Había competencia en el mundo de modelos masculinos?
-Yo no lo sentí y no creo haberlo visto. Con Iván de Pineda, Christian Sancho, Tomi Dunster y Matías Camisani empezamos al mismo tiempo, pero nunca hubo competencia como la había entre las chicas. Cada uno iba a laburar y luchaba por sus campañas, pero siempre con mucha camaradería.
-¿Añoras algo de esa época?
-Las cosas más simples. Hoy todo es muy inmediato. Era otro momento de la sociedad. Antes, en el VIP de Pacha éramos 50 y ahora hay medio boliche. Poder acceder a determinados lugares era sinónimo de ser amigo de alguien. Yo conocí a Hernán Cattaneo tocando para un puñado de personas en un atardecer, y este verano en su show había miles de personas.
De las pasarelas a las películas XXX

Era 1997 y el chimento estaba muy de moda. Empiezan a aparecer los primeros panelistas de la televisión y Jorge Rial le propone ser uno de ellos. “Era sentarme a hablar de mis colegas. Fue un no rotundo. Lo descarté”, recuerda.

Lo cierto es que el tiempo pasó y, en un determinado momento él quería ir para un lado y la vida lo quería llevar a otro. “Cuando se terminó mi contrato con Tendencia, las propuestas que me llegaron no me gustaban. Era ser panelista o dedicarme a la actuación en novelas… y no lo sentía por ahí”, afirma.
“Estaba cansado de hacer castings, no tenía referentes en la televisión y Nicolás Repetto, que era un faro, de repente hacía un programa en el que sorteaba planchas. Pero sentí que el horizonte no se acababa ahí. Me fui a Estados Unidos, donde di con mucha gente profesional”, continúa.
Así se fue adentrando en un nuevo universo: el contenido pornográfico. “Había tenido muchas ofertas del cine para adultos que siempre descarte, pero a la vez tenía una fantasía de hacerlo”, dice al respecto.

“Sólo debía encontrar alguien que lo pudiera hacer de forma seria. Para mi sorpresa, también terminé haciendo moda allí. Trabajar desde la sexualidad no es tan sórdido como parece. Le di calidad y prestigio a una industria que no la tenía porque venía de un entorno distinto, por mi pasado en la moda”, asegura.
-Era otra época en la que el contenido se generaba de forma más profesional y no había tanto amateur.
-Necesitabas de alguien. Para mí fue patear el tablero. Sabía que se me iban a cerrar muchas puertas y que muchas personas se iban a alejar. De todos los amigos que tenía me quedaron cinco.
-¿Quiénes son?
-De los conocidos Daniela Urzi, que es como una hermana.

-¿Fue por prejuicio?
-No sé. Yo sabía lo que estaba haciendo y no esperaba que la gente hiciera como si no pasaba nada.
-Hablamos del rechazo, ¿sentiste que ya no tenías nada que perder?
-Todo lo contrario.
-¿Te sentiste traicionado por alguien de quien no esperabas el rechazo?
-Sí. La actitud de algunas personas me sorprendió. Gente que era muy amiga mia como Matilda Blanco nunca más me habló. Yo me quedaba a dormir en su casa, imaginate. Pero no la critico, aunque la consideraba mi amiga. Daniela Urzi, siendo una mina popular que trabajó por el mundo, me bancó como a un hermano.

-Siempre está el mito de lo que se gana: ¿Lo es o realmente pudiste conseguir ingresos poco habituales en otras áreas de la industria?
-Depende de cómo te manejes y administres. A mí me fue bien porque en el cine para adultos busqué un trabajo, estando enfocado. El contacto con mi familia y mi pareja me mantuvieron con los pies sobre la tierra.
-¿Un número?
-Prefiero no hablar de números puntuales porque hay muchas variables: las mujeres ganan más, los hombres gays ganan más que los heterosexuales, y así. Yo tuve contratos que pude mejorar por el palo del que venía. Cuando entré a escuchar ofertas acepté con determinadas condiciones: elegir con quién iba a estar, qué iba a hacer y cuánto me iban a pagar. Tal es así que, si la industria pagaba por una película 5, a mí me abonaban 15. Tenía contrato de exclusividad de por lo menos dos años con una determinada cantidad de películas. Si no se grababa, cobraba igual. Es así que en 2008 cuando, cuando hubo una debacle económica en Estados Unidos, se paró parte de la industria y yo seguí cobrando a pesar de no trabajar.
La nueva versión de Dionisio
Techno progressive y house progressive son los dos géneros que maneja hoy como DJ. Su última película fue hace ocho años y desde entonces encontró una nueva faceta: la música, a la que dice tenerle “mucho respeto”.

“Lo que hago es con el mayor profesionalismo posible. En este nuevo camino me enfoqué y empecé a estudiar. En la actualidad tengo dos fechas aseguradas por mes en el Faena (el famoso hotel de Puerto Madero) y la posibilidad de residir acá, además de la posibilidad de hacer viajes al exterior, como a Ibiza y Málaga, para presentar lo nuevo que hago”, revela entusiasmado.
Además, apunta: “Tocar, tocamos todos. El tema es qué y cómo. Yo por el momento tengo muy buenas repercusiones, ofertas de trabajo… pero quiero ir con pie de plomo”.

Con esta faceta, también pudo hacer una especie de linkeo con viejas épocas ya que en su primera aparición en el Faena durante mayo se presentó junto a Daniela Urzi, su gran amiga.
“Lo que hicimos fue un back to back. Lo queremos repetir más adelante. La pasamos muy bien. Nos abrazábamos y nos decíamos ‘te amo’. La primera presentación en el Faena fue por mi cumpleaños, así que me sacó una torta. En alguna forma fue como retomar la punta del ovillo reencontrándome con mucha gente”, apunta.

Fotos: Chris Beliera @chrisbeliera
Estilismo: Ale García @alegarcia360
Maquilló y peinó: Mauricio Camilo @mauriciocamilomaquillador
Agradecemos a @sanmartincoleccion y @breeders_furs por la ropa