Minerva Casero habla sin parar, hace trabalenguas con sus pensamientos, vuela y regresa con sus ideas. Tiene 25 años pero en gran parte de la charla parece de mucho más, tiene opiniones de una persona plantada que ha vivido varios años. Es la tercera hija de Alfredo Casero, pero se lleva 12 y 14 años con sus medios hermanos, de quienes sacó el consumo cultural vintage.
Vivió una infancia diferente, en pleno boom de popularidad de su padre, y siguiendo cánones no tan convencionales. Salir de natación, con el pelo lleno de cloro, y terminar sentada en el living de Susana Giménez, ir en el auto y hacer simulacros de choque ("Me prepararon para el apocalipsis", dice al recordar el entrenamiento de su padre para saber cómo reaccionar ante el peligro) o criarse entre animales y naturaleza son algunos de los pasajes de su vida. También cantar arriba del escenario en shows de su padre: la hacía subir y, si desafinaba, le pedía perdón a su público y le pedía que repitiera el tema porque le había salido "horrible" o estudiar en escuela japonesa.
Ahora ella tiene vuelo propio: viene de deslumbrar con su papel en "Iosi, el espía arrepentido" y ahora encaró un protagónico en cine en "Sin salida", el filme de Who en donde encarna a una joven que es secuestrada por una red de trata.
En diálogo con Revista Gente y sentada en uno de los sillones del DAC, Minerva filosofa y abre un poco de su mundo privado, ese que quiere resguardar, y luego recula. Cuenta que está de novia hace un tiempo pero que prefiere no ahondar en ese tema demasiado, también se despega de las opiniones políticas de su padre.
"Cuando era chica viví muchas circunstancias incómodas", reconoce y asegura que, a pesar de estar informada, es una persona "bastante incrédula". Y dice que ese costado "tano" está en toda la forma de ser de Alfredo Casero: "Es efusivo pero también muy del contacto y el afecto. Yo voy de la mano en la calle con él, y los abrazos y besos son constantes entre nosotros".
Minerva habla con sabiduría, parece estar signada por su nombre y también por sus vivencias. Si bien elige mantener su mundo íntimo bajo llave cuenta que tuvo una adolescencia difícil, que hace terapia desde entonces y que Toto Kirzner, quien fue su novio años atrás, la acompañó en uno de los momentos más duros que le tocó atravesar, aunque no quiere dar detalles de qué fue lo que le pasó.
Minerva Casero y los métodos poco convencionales de su padre
De chica, Minerva vivió un tiempo en el Sur y después visitaba seguido el campo de su padre. Hija del conocido actor y músico y de la artista plástica Marisa Rogel nada en su infancia fue convencional. Su padre le enseñó a ser precavida y a tener cuidado.
"Yo fui criada con esta noción de que el peligro existe y que hay que ser consciente, como estar preparada para el Apocalipsis, de alguna forma", dice.
-Se ha hablado mucho de los métodos pocos convencionales con los que fuiste criada, ¿qué hay de cierto?
-Mis padres me enseñaron a ser muy cuidadosa y yo siempre supe, quizás por demás, que el peligro existe. A mí me sirvió mucho porque en un montón de cosas, la verdad, que eso me protegió muchísimo... Y en un montón de otras sembré mucho miedo en lugares en donde quizás no es necesario... Pero prefiero que se hayan pasado de cuidadosos que lo contrario.
-¿Qué recordás de tu infancia y de esos métodos poco ortodoxos de tu viejo?
-Un montón. Mi papá es de tener muy presente que las cosas pueden salir mal. Por un lado te genera un poco de ansiedad porque decís: "Ay, por Dios, déjame relajar", pero, al mismo tiempo, cuando viví circunstancias en donde tuve que reaccionar rápido e inteligentemente estaba totalmente entrenada. Hay algo de eso de estar preparado para los momentos difíciles que hay un montón de gente que no sabe reaccionar, estar atenta, ni prevenir. De verdad, digo, que alguien se desmaye o se prende fuego algo y no tiene una reacción rápida frente a esa situación.
-¿Y de qué cosas te acordás?
-Por ejemplo, si viajábamos por la ruta y demás no me dejaba viajar en zapatos abiertos, tipo ojotas, o como muy desprotegida físicamente. Él me decía: "Pasa cualquier cosa y vos estás totalmente desprotegida físicamente, tenés los pies al aire y no tenés el cuerpo cubierto". Hoy por hoy quizá viajo en ojotas alguna vez. Pero sí, cuando era niña, para mí, fue importante porque dije: "Claro, o sea, no había pensado nunca" y realmente son cositas de cuidado. Me enseñó a posicionarme de una forma en el auto en el que el airbag no me lastime. Cosas así que parecen un montón y quizás no son tan graciosas... O, por ejemplo, sí esta es graciosa: en el auto me decía: "Choque" y yo tenía que incorporarme para que el airbag no me lastimara. Estábamos hablando y él me decía: "Choque". Eran cosas medio de "Los Tenembaums" que les hace el simulacro, pero son de cuidado y yo aprendí a vivir esas situaciones. Obviamente, hay situaciones muy pequeñas que me desencadenan mucha ansiedad porque piensa: "Ay, puede pasar lo peor" pero cuando realmente la situación está jugada reconozco tener herramientas.
-¿Alguna indagaste de dónde venía todo eso? ¿Vivió algún trauma de chico o algo inesperado para tener ese tipo de cuidados?
-Y... de todo. Yo creo que nos quiso dar herramientas porque sabe que el mundo es impredecible y como que... Yo una vez aprendí, en una circunstancia personal compleja, que cuando te dicen: "Va a estar todo bien", hay un punto en donde sí y un punto en donde no. Entonces no es una mirada pesimista, es una mirada realista siempre apuntando hacia el optimismo de que obviamente todo está bien y hay circunstancias en donde mirás y tenés la experiencia que te dice va a estar todo bien y hay veces en donde, bueno, el panorama puede ser otro. Muchas veces cuando un pariente enferma o algo así y alguien le dice al otro: "Va a estar todo bien, va a salir todo bien", yo nunca digo eso.
-¿Sos más de ver el vaso medio vacío?
-Es que cabe la posibilidad de que no esté todo bien y de que la persona muera y vas a tener las herramientas para pasar eso. Pero no puedo decirte como consuelo que lo malo no va a pasar... Tenés que ser consciente de que puede pasar y que podés sobrellevarlo, idealmente. Pero no me gusta la palabra vacía. Me gusta el conocimiento y la experiencia que te dice: "Puede estar mal y después puede estar bien y podés atravesar esto".
-¿Y eso sentís que tiene que ver con estas enseñanzas?
-Cien por ciento, porque nunca subestimo las cosas. "Bueno, esto puede pasar". "Esto puede traer determinado problema". Ser una persona atenta... No te digo obsesionada con los temas, ni controladora al máximo. Pero sí atenta a que las cosas pueden pasar y que uno tiene que tener las herramientas. Puede pasar que vos ames a alguien y que esa persona muera, entonces uno tiene que poder construir esa idea en la cabeza.
-¿Y estas máximas no te generan hipocondría?
-Solamente vas a poder enfrentar una enfermedad si te hacés cargo de que la tenés. Hay un punto en donde ser realista te da herramientas y no ser realista no te da herramientas, porque quedás en un lugar de: "No, esto nunca va a pasar entonces no me preparo para ello". Es importante tener precauciones. No es vivir mal, es vivir atento a que las cosas pueden pasar y lo que se pueda prevenir, se va a tomar en cuenta y lo que no se puede prevenir, la vida es así. No es tan gracioso como lo que esperabas que te cuente, pero sí para mí eso fue muy importante.
Minerva Casero y el atributo que comparte con su padre
Minerva nació en mayo de 1999, es taurina con ascendente en virgo y luna en piscis. El mundo del arte late en ella: su padre es actor, cómico y música, su madre, artista plástica, su medio hermano, Nazareno, es actor. Desde chica vivió en un mundo donde los set de televisión, los teatros y los autógrafos eran parte de su vida cotidiana.
Sin embargo nunca sintió que la fama cambiara las cosas en casa. "Mi papá nos enseñó que esto es solo un trabajo. Mi vida privada no es parte del trabajo y por eso la quiero cuidar", dice. También cuenta que tiene muchas cosas en común con su padre a quien ama y agradece por haberle "abierto el camino". "Él se rompió el lomo para conseguir lo que consiguió", subraya orgullosa.
-¿Te sentís más parecida a tu papá o a tu mamá?
-Me siento parecida a los dos. Yo tengo mucho mundo interior y mi papá tiene mucho mundo interior. Él está siempre pintando sus cositas, escribiendo, pensando, armando, teniendo ideas. Quizás no lo comunica todo el tiempo. Tiene autos antiguos y los arregla... Es un mecánico de la hostia y está siempre con sus autos... Algo de eso a mí me hace sentir muy similar, porque yo tengo una comodidad en un mundo interno mío, en un lugar mío en donde yo estoy con mi cabeza, con mi alma, con las cosas que me imagino. En eso me siento muy similar.
-¿Qué otras cosas de él reconocés en vos?
-La música, históricamente siempre mi papá me hizo cantar y me enseñó a cantar en el escenario. De hecho, una de las cosas que también hacía, en sus métodos de enseñanza no convencionales, era que me enseñaba a cantar arriba del escenario... Él estaba en un show, me decía: "Minerva subí" y me hacía cantar y si yo no cantaba bien me decía: "Una porquería, de vuelta, cantalo de vuelta". Y yo lo cantaba y la gente me tenía una paciencia y él decía: "Gracias pero eso. Lo tengo que hacer porque le estoy enseñando a mi hija".
-Súper crudo...
-Pero sabés que yo no lo viví así. Por lo menos no en eso. Hay una cosa súper rígida y también hay una cosa súper laxa. Por un lado es: "Puede pasar el peligro", "Tienen que estar atentos", pero, por otro lado, hay como una tolerancia a que uno tome diferentes caminos, a que yo también tenga mis propias maneras de ver el mundo. Creo que todos los padres son rígidos en cómo marcar cuál es la cancha de lo importante que un hijo tiene que tener para la vida. Después, bueno, hay cosas que yo hubiera querido que sean distintas, seguramente.
-¿En qué sentís que se nota la parte más laxa?
-En que puedo hablar de cualquier cosa con él, que puedo charlar de cosas que no es habitual hablar con un padre, que es una persona que entiende el espectro de los sentimientos... Es bastante más difícil de encontrar un hombre que tenga determinadas sensibilidad para lo sentimental.
-¿Te da consejos amorosos? Hace poco habló de Toto Kirzner (el hijo de Adrián Suar y Araceli González que fue pareja de Minerva).
-¿Se encontró? ¿en dónde?
-Creo que dijo algo en la tele de cómo era como yerno.
-Bueno, mi papá en ese tipo de cosas es muy relajado y eso también es súper agradable. Para la mayoría de la gente presentar un novio y todas las cosas familiares, ir a comer algo... Todo eso es un montón. En mi familia hay algo mucho más laxo y mucho más lúdico en donde vemos qué hacemos, vamos viendo sobre la marcha, en donde mi papá no tiene una cosa solemne como suegro, y es súper amigable y educado.
-¿Cómo sería eso?
-En eso de ser educados también fuimos muy enseñados, No sé si conocés a mi hermano... Pero fuimos muy enseñados a saludar y a agradecer. Yo me fui quitando el "usted" con el tiempo porque mucha gente se fue quejando y me decía: "No soy tan viejo". Me di cuenta de que no se utiliza tanto y siendo joven puedo quedar como mal posicionada. En el ascensor me pasó el otro día que le digo a una señora, "¿A qué piso va? Y ella: "Tuteame, por favor".
-Es muy loco la imagen que uno puede tener de alguien y cómo es en la casa.
-A mí siempre me da mucha risa de la gente que más lo conoce o la panadería a la que él va... y ya le tienen los chistes, lo lúdico que es, lo cercano y lo amigable. Tiene toda esa parte más tana que le hierve la sangre, que también la gente la ve y demás, pero realmente cuando estás en el día a día lo primero es una sonrisa. Después, bueno, uno se va conociendo con la gente y se juegan otras cosas. Eso, de ser correctos, creo que nosotros también lo mamamos mucho. Establecer límites también: no por ser amoroso pasarla mal, pero sí, ser correcto y ser cordial.
-¿En qué cosas sentís esa sensibilidad de la que hablabas?
-Yo no sé a cuántos hombres de 60 años, que no sean artistas, podés decirles: "Me siento desolada" o "Siento como una melancolía" y que lo entiendan. Entiende el espectro de sentimientos y yo, siendo una hija mujer y también trayendo tanto color de emoción, me siento muchas veces bastante escuchada.
-¿Es cariñoso?
-Súper. Creo que también es muy de las familias italianas, ¿no? Del beso en los cachetes... No sé igual si necesariamente tiene que ver con la ascendencia pero lo físico en mi familia está muy presente. Mi hermano le da besos a mi papá y yo lo lo tenía muy naturalizado. Después viendo familias de de amigas o de mi pareja y su familia me doy cuenta de que no es tan habitual.
"Estoy de novia con alguien que no es del medio"
Minerva se cruza con una palabra casi de casualidad: "novio", pronuncia. Un dato que si bien en algún momento trascendió no es algo de lo que elija hablar. Hace algunos años se cruzó con una persona que nada tiene que ver con el medio y se enamoró.
Están juntos desde hace algunos años pero poco se sabe del joven que enamoró a la menor de los Casero que es tía de cuatro varones. Su medio hermana más grande, Guillermina, tiene hijos de entre 18 y 6, todos varones.
-¿Estás en pareja?
-Sí, estoy en pareja.
-¿Es conocido?
-No, no, para nada.
-¿Hace cuánto?
-Un tiempito... unos años.
-¿Tiene tu edad?
-Sí, es de mi edad.
-¿Cómo se lleva con tu familia?
-Mega, mega, pero son totalmente diferentes. Mi novio es como mucho más tranquilo, todo calmo, mucho más serio. Es súper sonriente, pero tiene una cosa menos loca, menos desestructurada. Nosotros podemos decir cualquier cosa en cualquier lugar... Pero mucho moviéndonos muy de forma pendular: pasamos de estar muy serios a decir cualquier cosa. Ver su vínculo con su familia o el de las familias de mis amigas me hace pensar en lo distinto que es mi papá. Él me da la mano en la calle, a mi hermano lo abraza, le da besos, le dice: "Te amo", y a mi hermana también. Mi hermana tiene hijos y son todos varones y también son de los abrazos y decirse "te amo".
-¿Cuántos hijos tiene?
-Cuatro varones, de 18 a 6 años. Sí, fuertísimo. No sabés lo que es mi familia, son todos tipos. Ya es como tribu, ya ¿se genera algo... querés poner un centro de mesa lindo y no te dura ni cinco segundos.
-¿Cómo llevás eso de ser la más chica de una familia y haber crecido, por ejemplo, sentada en el living de Susana?
-El típico cliché del niño mediático, pero medio que lo vivís muy naturalmente, porque la verdad es que uno va aprendiendo lo que ve en la casa... No tengo un padre que haya sido fanático de los medios, de salir, de ser famoso... Mi papá siempre fue un artista que es bien distinto a ser una persona que se centra en la imagen. Yo iba a lo de Susana, pero no me habían puesto la ropita, el moño. Mi papá me había ido a buscar a natación y no llegaba con la hora, no me llegaba a dejar en casa, entonces me llevó a Susana. Si te fijás tengo el pelo todo mal porque tenía cloro en la cabeza, me había puesto la ropa que tenía en un bolsito... Cero preparado porque no lo vivíamos de esa forma. También mi padre es hombre...
-¿Te hiciste amiga de hijos de otros famosos o del mundillo?
-No, porque como te digo, mi papá nunca fue de ese tipo de ser del medio. De hecho yo no tengo tantos amigos, me llevo bien y tengo amigos que quiero mucho de haber trabajado, pero no soy alguien que está siempre en donde está todo. Me gusta hacer mucho mi vida personal... Cuando tengo algo para contar sí aparezco y, cuando no, me retraigo. El mundo interior es algo muy importante, es lo que te sostiene psíquicamente.
-¿Tu novio qué hace?
-Nada que ver, como ingeniería y ese tipo de cuestiones.
-O sea que nada que ver los mundos en que se mueven.
-Sí, tenemos experiencias de vida totalmente diferentes y elecciones distintas y nos nutrimos un montón. Igual tiene una mirada súper artística de la vida. A mí me sorprende un montón, porque dibuja muy lindo y hace cosas muy interesantes a nivel artístico, más que nada su mirada es artística.
-¿En qué sentido?
-Tiene como todo un desarrollo de toda la parte más matemática, Más del mundo material, de cómo funciona el planeta, el mundo, las cosas, que yo, súper ajena, y es súper interesante cómo retroalimentarse en ese sentido. La mirada de cada uno es distinta y está bueno. Quizás yo me tomo las cosas de una manera muy sensible y él de una manera más pragmática y a veces él es más sensible que yo y yo soy como que estoy más acostumbrada a resolver determinadas formas. Es interesante. Igual soy bastante privada con respecto al tema, prefiero ser cuidadosa porque me gusta cuidar mis vínculos.
-¿Cómo conociste a alguien fuera del medio?
-Porque tengo una vida. Yo fui criada con la concepción de que es un trabajo y es un espacio de mi vida, no es toda mi vida. Por eso mis amigos son por fuera del trabajo, mi pareja es por fuera del trabajo. A veces te puede pasar, por ejemplo, sí, qué sé, yo te puedo decir que el único amigo que tenía que es hijo de alguien más, en la infancia o adolescencia, era Toto, que éramos amigos, íbamos a teatro juntos, teníamos 14. Fuimos muy amigos un montón de tiempo y después fuimos novios, que ya es anecdótico.
Minerva Casero: de una adolescente "conflictuada" a encontrar su propia voz
Alfredo y Marisa se separaron cuando Minerva tenía 8 años. Y, según cuenta, no tuvo ni una niñez ni una adolescencia sencillas. "Mi mamá en un momento me contó que no sabía cómo ayudarme y fue ahí que empecé teatro y terapia, dos cosas que me salvaron", cuenta a Revista GENTE.
Minerva, quien hizo toda su educación formal en una escuela japonesa, nunca se sintió del todo cómoda con gente de su edad. Ahora, después de diez años de estar trabajando, se siente en otro lugar y ve las cosas con perspectiva.
-¿Qué edad tenías cuando tus papás se separaron?
-A los 8. Pero siempre fui muy relajada con respecto a lo que hay que mostrar... Después como mujer también fui tomando diferentes decisiones como para también sentirme cómoda dentro del mundillo... Te vas dando cuenta que está bueno maquillarse y aprender a hacerlo. Además soy coqueta y me gusta mucho la moda, lo estético. Me gusta la belleza en general, en términos de ponerse algo lindo, peinarse, la armonía.
-Tu mamá es artista plástica.
-Sí, pero totalmente libre. También me dio esa manera más relajada como artista no centrada en el afuera. Eso me enseñó a moverme y después fui aprendiendo mi forma de concebir mi trabajo en este medio. Pero la bajada siempre fue relajada. Quizás era raro que cuando yo era muy chica, justo mi papá estaba con un momento muy boom y pasaban cosas extravagantes. La gente saludando o diciendo: "Te amo", "Te quiero", dando besos. Vas a espectáculos y esas cosas.
-Y ahora, después de diez años de estar vos en el medio, ¿cómo te sentís?
-Son diez años de que estoy trabajando... No me siento grande, pero sí que van cambiando las etapas y que estoy entrando en una diferente en donde hay un montón de reflexiones, interrogantes, cosas que voy a cambiar. Como por ejemplo esto de decir: "No contesto más sobre las opiniones políticas de mi viejo". Es como decir: "Estoy grande". Yo amo a mi papá y siempre voy a contestar que mi vínculo con él te lo puedo contar de pe a pa, pero después todo lo que sea individual... Yo ya soy un individuo. Hay un momento en donde uno ya lleva a determinada cantidad de tiempo viviendo solo, sosteniéndose, conociéndose, en donde ya es imposible ignorar que uno es una propia persona y que los padres tienen un rol distinto.
-¿En qué sentido?
-La cabeza de uno es distinta e incluso las parejas también tienen un rol diferente. Creo que estoy en ese camino, entonces hay algo de esta etapa de estar en un eje que es propio y que sentís que que ya no te podés mandar tantas cagadas porque ya viviste determinadas cosas que te fueron enseñando. Vas como teniendo un registro de archivo que antes no tenías porque eras muy chico y estás viviendo todo por primera vez.
-¿Hacés terapia?
-Sí. hace 155 años. Se nota, ¿no? Me hace muy bien. Empecé a los 14 haciendo terapia y teatro y son dos cosas que me cambiaron la vida.
-¿Qué te pasaba en ese momento?
-La adolescencia... es una etapa re difícil. Hay gente que la pasó súper bien y que dice: "Ay, me encantó", no fue mi caso. Yo fui con bastante conflictuada, te digo que gran parte de mi niñez. Y mi madre siempre me dice que fue "hasta donde ella pudo". Hubo un momento en que necesitó como que encauce todo en algún lado, que vaya a teatro. No pueden atajarte por siempre tus padres hay momentos en donde no saben qué hacer y también como padres tienen un límite del efecto que causan en tu cabeza, ¿no?
-¿Y qué era lo que te conflictuaba?
-Todo, encajar, no encajar, que me gustaba, que no me gustaba, cosas más personales, cosas que me costaban. No era tímida, pero sí me costaba mucho sentirme cómoda con la gente de mi edad. Me sentía siempre como mal... Regular las emociones. Eran un montón de cosas que son bastante habituales, pero yo con una sensibilidad muy muy fuerte y también con una familia diferente...
-Hacía falta ahí una ayuda.
-Mis padres siempre fueron muy abiertos. Hacen terapia hace millones de años los dos, en diferentes momentos, han dejado, vuelto, etcétera. Pero tienen un recorrido de mucho análisis y siempre estuvo como una herramienta. A mí me sirvió para poder procesar las cosas que te pasan, porque te van pasando cosas fuertes.
-¿Hoy con las redes sociales, cada vez hay más ansiedad dando vueltas, ¿cómo te llevás con eso?
-A mí con las redes no me pasa. No me crié mucho con eso. En mi generación tenés gente que se siente más afín con lo que está para atrás y gente que se siente más afín con lo que está para adelante. Yo tenía hermanos que me llevaban bastante años así que consumí cosas más viejas, me crié con otro tipo de información.
-¿Cómo por ejemplo?
-Siempre jodo con que no sé cómo se llama un trapero pero sé quién es Silvio Soldán. En mi casa había mucha información más para atrás. Si bien mi padre siempre fue muy tecnológico, no me siento afín con la cosa más de la nueva generación. No sé hacer nada de todo eso, nunca supe.
-¿No te gustaba la tecnología?
-Siempre fui mucho más física, más del cuerpo, de jugar... De dibujar, correr, saltar, estar en la naturaleza. Me copaba mucho más eso. Fue un privilegio que pude tener porque no me crié en la ciudad.
-Vos viviste tus primeros años en el sur.
-Sí y después siempre estuvimos yendo al campo de mi papá y aprendiendo de la naturaleza, la tierra y los animales. Pero algo cero hippie, sino como algo rústico y rudimentario. Yo creo que mi generación es medio de transición entre lo que había y la explosión de lo tecnológico, que empezó a moverse todo muy rápido y hay mucha ansiedad con quiénes ven una foto.
-¿No estás atenta a las redes sociales entonces?
-Las redes sociales las uso para mostrar un poco de mi trabajo. Pero soy bastante privada, no público tantas cosas que no quiero que se muestren, que son mías. Me gusta poder tener dividido eso, como disociado el espacio de trabajo del espacio más personal.
-¿Cómo te llevás con las críticas a lo que dicen por los comentarios de tu padre?
-Intento no opinar de eso. Obviamente agradezco todo lo que te puede ayudar tener un padre que hizo el camino primero. No es que mi papá estaba en el medio, él salió de la nada, se rompió el lomo y realmente fue construyendo un camino contra viento y marea. Yo le agradezco mucho todo ese camino recorrido que hace que el camino para mí sea al menos más accesible. Después yo hice mi camino. Tengo mis propias batallas y mi propios desafíos como este: tener que responder en todas las notas esta pregunta. Ya estoy grande, la verdad que me me mantengo sola hace un montón, vivo sola hace un montón de años.
"Sin salida": el filme en el que Minerva le pone el cuerpo a una víctima de trata
En "Sin salida", Minerva interpreta a Ana, una joven que fue secuestrada por una red de trata. Para el papel, la actriz se entrenó en varios sentidos. Al ser un papel tan físico tuvo que prepararse para soportar ser tratada como un "objeto", también para resistir jornadas nocturnas y para resistir temperaturas gélidas.
"Tuvo que hacer una cuestión meditativa para poder llegar al fin de rodaje, porque no me podía enfermar: estoy en casi todas las escenas de la película. El rodaje dependía de mi salud y tuve que estar ajustando un montón de cosas para estar bien", sostiene.
Y cuenta que tomó prevenciones como llevar unos parches para el frío y una bolsa de agua caliente que cargaba con ella todo el tiempo y se la ponía en la espalda en los momentos en los que no estaba filmando. También que entrenó físicamente porque su personaje corre mucho.
"Ya había tenido oportunidades en las que tuve que poner el cuerpo fuerte. En la segunda temporada de Iosi, por ejemplo, tengo una escena en donde estoy secuestrada también y la corporalidad, si no está entrenada y trabajada, es muy difícil, porque te duele el cuerpo", dice,
-¿Cuán duro fue el rodaje? No solo es un tema súper intenso, la trata, sino que oí por ahí que también fue súper exigente a nivel físico.
-Quedé muy cansada. Para mí fue un rodaje en el que me sentí en el ejército. Fue muy desgastante porque casi todo está apoyado sobre mi cuerpo... ahí, corriendo y subsistiendo el frío, a los golpes, a que me levanten porque, si bien uso protección y todo en la película, hay un samarreo, me ahorcan, me levantan, me ponen en el baúl, me encierran, me tiro al piso, me tiran agua. Todo eso tuvo un impacto en mí a nivel vida cotidiana que terminé muy fatigada.
-Y con el tema de la trata, ¿Te pusiste a investigar un poco?
-En general yo hago más un trabajo de escritorio. Al principio cuando me llega un guión y todo porque me gusta más o menos interiorizarme y saber de lo que voy a hablar. Saber qué voy a hacer, por ejemplo, en Iosi, fui a Sabbat a lo de una amiga que es judía, me interioricé en las comidas, en cómo era la gente en los 80 y un montón de cuestiones más contextuales y trabajé un poco como el personaje, porque era muy complejo. En este caso me pasó algo que es muy distinto que era un personaje totalmente físico y totalmente reactivo.
En realidad la historia un poco lo que busca es que no importa tanto quién es ella porque, o sea les puede pasar a cualquier persona, y como que apunta eso. La supervivencia es lo más primitivo que hay. Entonces un poco me paré ahí.
-¿Tuviste alguna vez miedo en la calle? ¿cómo te llevás vos con tus propios miedos?
-Creo que nosotras, como mujeres, lo tenemos presente. Una lo vive continuamente como algo completamente interiorizado, es un espanto, pero es así. Una ya tiene un montón de precauciones que no se da cuenta que tiene. Yo con mis amigas que estoy atenta, que si cruzan, que si veo algo medio raro, que si voy caminando y me sigue alguien. Es innumerable la cantidad de circunstancias en donde una se siente en peligro. A pesar de que no te nombre una situación en particular, porque no es algo individual. No es algo que me pasó a mí, es que todas tenemos eso en la cabeza, no importa lo que hagamos... A su vez hay una búsqueda de la libertad y de disfrutarnos a nosotras mismas y de poder como salir al mundo, que está buenísima, pero sí tener en cuenta que hay que cuidarse porque no es lo mismo, en este mundo, ser mujer.
-Sí más allá de los avances que se van logrando, aún queda camino por recorrer.
-Hay que prevenir. Yo, por lo menos, soy muy partidaria de la educación, desde el punto de vista de educarnos entre nosotras para poder prevenir que no nos pase nada. El mundo es muy complejo y es muy feo también y yo soy muy positiva y soy muy ingenua en un montón de cosas, pero al mismo tiempo tengo muy presente los peligros. Y una tiene que estar muy atenta, a pesar de que sería buenísimo imaginar un mundo en donde nosotras no tengamos que pensar en estas cosas y no deberíamos tener que pensarlo...
-¿Fue parte de las enseñanzas poco ortodoxas?
-Sí, pero más allá de eso. Quizá me pasaron cosas de chica que yo en su momento no las compartí, porque socialmente hay algo que vas entendiendo de la supervivencia también siendo mujer. Vas como aprendiendo, te van diciendo y te van enseñando a cuidarte. El mundo se puede cambiar, pero no es rápido.
Fotos: Diego García
Arte de tapa: Darío Alvarellos
Retoque y portada: Gustavo Ramírez
Agradecimientos: Carolina D'Andrea (de RF Prensa y Comunicaciones).