Parece un templo romano pero está en Argentina y es una heladería: Figlio, el fenómeno viral que transformó Tandil – GENTE Online
 

Parece un templo romano pero está en Argentina y es una heladería: Figlio, el fenómeno viral que transformó Tandil

Columnas renacentistas, capiteles convertidos en copos de helado, esculturas monumentales y una cúpula de bombones: este local se convirtió en una experiencia arquitectónica única en la Argentina. La diseñadora Eugenia Foguel cuenta cómo nació el concepto, por qué decidieron llevarlo adelante y cómo lograron materializarlo.
Gastronomía
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Apenas cruzás la puerta de Figlio, el nuevo punto turístico obligado en Tandil, el impacto es inmediato. Las columnas se alzan con la solemnidad de un palacio renacentista. Los capiteles, que en la arquitectura clásica suelen coronarse con hojas o volutas, aquí surgen modelados como copos de helado. Las molduras están habitadas por bombones en yeso y cemento, y en lo alto, una cúpula recubierta de flores de cacao corona el espacio como si fuera el techo de un templo.

La luz cenital entra por lucarnas y se proyecta sobre las esculturas, transformando el interior a lo largo del día. A distintas horas, las sombras y los brillos cambian la escena, como si el edificio tuviera vida propia. Es imponente, inesperado y completamente distinto a cualquier heladería que exista en el país.

Nada parece estar pensando al azar en esta particular heladería.

“Pensé que sería increíble poder estar con las esculturas de una forma cotidiana, no con la distancia que proponen los museos”, cuenta a Revista GENTE Eugenia Foguel, la diseñadora del proyecto. “Quería que la gente se sintiera rodeada de arte y que pudiera sentirlo como algo propio. Hacerlo suyo.”

El resultado es un espacio que desborda de símbolos y detalles, y que apenas se inauguró, se volvió viral en redes sociales. Cada foto que se comparte parece un escenario de película.

Del legado familiar a una apuesta monumental: la historia detrás de Figlio y su transformación

Ubicado a 350 kilómetros de CABA, la de Figlio irrumpe como una de las construcciones más originales de Tandil.

Detrás de esta obra hay una historia que comenzó hace casi cinco décadas. Figlio es una marca profundamente ligada a Tandil y a la familia Bertolín. Juan y Paula Bertolín, herederos de la tradición iniciada por sus padres y abuelos, decidieron transformar el local histórico en un proyecto que trascendiera lo comercial para convertirse en un legado.

“En la posguerra mis abuelos eligieron Tandil, una ciudad que seguimos eligiendo nosotros. Este sueño no sería posible sin su gente, a quienes agradecemos por ser parte de nuestra historia y de lo que soñamos”, dice Juan Bertolín.

Los visitantes aseguran que al visitar el lugar se sintieron en el imperio romano.

La mesa familiar de los domingos, las recetas tradicionales y la identidad italiana se convirtieron en los cimientos simbólicos del proyecto. “La marca Figlio ya existía y era una de las más queridas de Tandil. Había una fidelidad muy fuerte hacia sus productos y su historia. Esa identidad fue el punto de partida para pensar cómo traducir en el espacio físico la herencia, el afecto y la memoria que ya habitaban en la marca”, explica la diseñadora.

Cómo se pensó y diseñó el templo del helado: de Paolo Sorrentino a los capiteles de crema

Eugenia Foguel, la diseñadora de la heladería made in Italia que se convirtió en viral.

La inspiración inicial nació de una mezcla de referentes cinematográficos, sensoriales y personales. “El punto de partida fue el póster de La grande bellezza de Paolo Sorrentino, una campaña de perfume de Fendi y el recuerdo de un viaje a Italia”, memora Foguel.

En Roma y Viena les impresionó cómo la monumentalidad arquitectónica convive de manera natural con la vida cotidiana. Esa sensación se convirtió en brújula estética.

Los viajes fueron parte de la inspiración para crear la obra.

La resolución fue clara: no hacer un rediseño decorativo, sino una apuesta radical. “Las decisiones claves tuvieron que ver con ir a fondo con la italianidad y la fantasía, con llevar el espacio a los límites de lo posible”, cuenta.

Para lograrlo, se armó un equipo multidisciplinario: el estudio Sánchez Belloni se encargó de materializar los diseños arquitectónicos; Ufficio desarrolló la nueva identidad visual; Honoré Japón diseñó los uniformes; Mili Poy modeló esculturas originales; y Quiroga de Mendonça realizó y finalizó las piezas. “Reunimos talentos de diversos rubros para materializar la visión y desbordar las categorías de una heladería convencional.”

Piedra tandilense, mármol italiano, esculturas monumentales y luz teatral: las decisiones detrás de la puesta estética

Figlio quiso honrar a sus antepasados.

El interior combina piedra tandilense con mármol travertino, madera maciza y detalles en bronce. Las molduras fueron dibujadas a medida por el arquitecto Tomás Cetkovich. Las columnas mezclan estilos jónico y corintio, pero con una vuelta lúdica: sus capiteles fueron convertidos en copos de helado. La cúpula está cubierta de flores de cacao, y los casetonados del techo integran cremas, bombones y ornamentación clásica en una narrativa visual que une pasado y presente.

“El diseño está inspirado en el helado desde sus primeras ideas. La premisa fue que todo hablara del helado y de sus materias primas. Lo que ves en el espacio es, literalmente, lo que podés probar”, resume la diseñadora.

La luz es otro punto central. Dos maxi-esculturas tienen entradas cenitales que permiten que el sol atraviese el espacio y genere efectos teatrales. Una de ellas está inspirada en el Coloso de Rodas, representación de Helios, el dios del sol.

Imágenes romanas adornan el interior del edificio.

Durante la noche, la atmósfera se transforma gracias al trabajo conjunto con la artista lumínica Magdalena Molinari. “Queríamos que la iluminación expresara todo lo que el espacio pedía”, dice la diseñadora.

Nada en Figlio fue improvisado. “Los mayores desafíos fueron encontrar el equipo adecuado para materializar ideas que desafiaban lo ya hecho. Cada área transitó un nuevo rumbo creativo y productivo en sus decisiones”, recuerda la diseñadora.

Las estatuas adornan el interior como en un museo.

Aunque las esculturas monumentales concentran las miradas, hay rincones inesperados que sorprenden: “El pasillo hacia los baños -y los baños propiamente dicho- generan una sorpresa inesperada.”

El proyecto no está terminado. “Me gustaría que el espacio tenga una fuente. Ojalá podamos hacerla en el futuro”, adelanta la directora de arte y diseño especializada en creación de concepto y propuesta estética para múltiples disciplinas. 

Un fenómeno viral que redefine lo que puede ser una heladería en la Argentina

A horas de su inauguración la propuesta de Figlio se hizo conocida en todo el país.

Desde su reapertura, Figlio se convirtió en un imán para visitantes, fotógrafos, arquitectos y curiosos. Instagram se llenó de imágenes que muestran las columnas, esculturas y cielos ornamentados. Algunos celebran la audacia estética; otros discuten si es “demasiado”. Pero nadie se queda indiferente.

“Me gustaría que el público se lleve la sensación de que todo es posible”, concluye la diseñadora.

Interior de uno de los baños de Figlio.

Figlio se impone como un manifiesto arquitectónico en miniatura, un homenaje familiar convertido en experiencia sensorial y un ejemplo de cómo una idea bien llevada puede trascender su función original y redefinir un paisaje urbano.

Fotos: Gentileza Figlio



 
 

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