Detrás de la boda real de Máxima Zorreguieta: secretos de un evento que fascinó al mundo – GENTE Online
 

Detrás de la boda real de Máxima Zorreguieta: secretos de un evento que fascinó al mundo

Boda Máxima Zorreguieta y Guillermo Alejandro-Revista Gente
Los detalles más desconocidos del monumental enlace que convocó a mil invitados, mezcló tradición, glamour y guiños argentinos y del que hoy se cumplen 23 años.
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La boda de Máxima Zorreguieta (53) y el entonces príncipe heredero Guillermo Alejandro de los Países Bajos (57), celebrada el 2 de febrero de 2002 en Ámsterdam, quedó grabada como uno de los eventos más icónicos de la realeza europea.

Una mezcla de tradiciones reales holandesas y detalles cuidadosamente seleccionados hicieron de esta unión un ejemplo de sofisticación y también una vidriera del espíritu más argentino.  

La invitación a la Boda Real de Máxima y Guillermo Alejandro, celebrada el 2 de febrero de 2002 en Amsterdam, capital de Países Bajos.

En esta nota, GENTE compila las mejores fotos que guarda nuestro archivo y los secretos de la boda real que fue seguida por 900 millones de personas por televisión e hizo de Ámsterdam una fiesta del turismo, convocando a fanáticos de todas las latitudes que quisieron vivir de cerca el histórico acontecimiento.

Con su padre Jorge Zorreguieta ausente por su colaboración durante la dictadura militar, Máxima llegó al altar del brazo de su prometido, el príncipe Guillermo Alejandro.

Un guiño al pasado y el legado de la casa de Orange en los accesorios nupciales de Máxima

El velo de encaje que llevó Máxima tenía una historia propia. Procedía de una colección vintage que pertenecía a la familia real holandesa y simbolizaba la unión entre el pasado y el futuro de la monarquía. La novia también llevó una tiara de diamantes de la colección de la Casa de Orange, una pieza que había sido utilizada por varias generaciones de reinas y princesas.

Máxima lució otras joyas destacadas. Mientras el anillo de compromiso de platino tenía incrustado un diamante naranja ovalado y flanqueado por dos otros dos de talla esmeralda engastados, las alianzas de la pareja también fueron de platino, realizadas a mano y de 2,5 milímetros de ancho.

GENTE llevó dos enviados especiales a la capital de los Países Bajos para cubrir en primera persona el fervor que despertaron los tres días que duró la boda. El acontecimiento histórico fue cubierto por 300 medios de comunicación.

Salud a la argentina: un vino icónico de Mendoza

Entre los detalles que hicieron de la recepción un deleite para los invitados se encontraba el vino mendocino Primus –en latín significa primero–, de Bodegas Salentein. Claro que el clásico del Valle de Uco fue el claro guiño a las raíces argentinas de la brillante economista y flamante reina.  

El vestido de Máxima fue uno de los más icónicos junto con los de Isabel de Inglaterra, Grace de Monaco (aka Grace Kelly) y Kate Middleton. Por su parte, el príncipe lució el uniforme de gala de capitán de la Marina Real de los Países Bajos, en el que lució cuatro condecoraciones. Entre ellas, la estrella de Caballero de la Casa Orden del León Dorado de Nassau.

“Queríamos un vino que contara una historia, y Primus tiene la personalidad y la estructura para hacerlo”, dijo en su momento un miembro del equipo de protocolo de la Casa Orange Nassau.

Específicamente se sirvió el Pinot Noir 2000 de esa etiqueta, una línea incipiente que en ese momento tenía dos cosechas en el mercado. Pero la elección no fue casualidad: los orígenes de la bodega contó con capitales neerlandeses.

Según cuentan, Valentino debió ajustar el diseño en tiempo récord, tras varias solicitudes de cambios de último minuto hechas por la novia.

Un menú memorable, a la altura de un acontecimiento histórico

El banquete no solo incluyó el vino mendocino; también presentó una fusión de sabores europeos y sudamericanos. Los invitados disfrutaron de un menú que combinaba la sofisticación de la alta cocina holandesa con toques de la gastronomía argentina.

Entre los ocho platos principales destacaron el lomo argentino con chimichurri y un postre inspirado en el dulce de leche. Un infaltable en las mesas dulces de cualquier mesa criolla.

Los imponentes salones del Palacio Real de Amsterdam donde se celebró la fiesta de boda tras la ceremonia religiosa.

La reina Beatriz, Nelson Mandela, Carolina de Mónaco, la reina Sofía, el príncipe Carlos de Inglaterra, los reyes Sonia y Harald de Noruega, y 993 convidados más fueron testigos del festejo a puertas cerradas en el Royal Palace.

Claro que para la comida se utilizó la vajilla de la colección de la familia real, con sellos y monogramas, y cubiertos de plata. En el suntuoso recinto, todos quedaron impresionados con las arañas de caireles lustrosos, los mármoles y los majestuosos salones.

Con cuatro pisos y adornado con monogramas de la pareja, el pastel fue cortado a dúo con el sable marino de Guillermo.

Un padre ausente y un gesto conmovedor

Uno de los aspectos más comentados fue la ausencia del padre de Máxima, Jorge Zorreguieta (1928-2017), debido a su vínculo con el régimen de Jorge Rafael Videla. Una comisión del gobierno holandés viajó a Buenos Aires para exigirle la firma de un documento por el que se comprometía a no asistir a la boda.

El enlace que cautivó y paralizó al mundo entero: ella era una plebeya y él, heredero al trono. Si bien se conocieron en Sevilla, gracias a un amiga de ella, Cynthia Kaufman, fue en Manhattan donde comenzó su historia de amor.

“Como padre de la novia tengo todo el derecho de asistir a la boda de mi hija”, exigió el subsecretario y secretario de Agricultura y Ganadería del gobierno de facto, hoy fallecido. Tal como cuentan, Máxima lloró al tener que pedirle que acepte. Tras ceder al ruego, ni él, ni su madre, María del Carmen Cerruti Carricart (que se solidarizó con su marido), estuvieron presentes en el gran día de Máxima.

En el altar los unió en matrimonio bajo el rito protestante el reverendo Carel Ter Liden.

En Máxima, una historia real, Soledad Ferrari profundiza en las tensiones familiares que rodearon la unión. “La ausencia del padre de Máxima en la ceremonia fue un reflejo de los sacrificios personales que ella estuvo dispuesta a hacer por su futuro y por el bienestar de la familia real”.

A las 13:35, y ante el pueblo holandés, la pareja se dio su primer beso oficial en el balcón del palacio del Dam.

“Este gesto no solo simbolizó su compromiso con Guillermo, sino también su determinación para forjar una nueva identidad lejos de las controversias pasadas”, explica Ferrari, destacando la fortaleza emocional de Máxima durante los preparativos de la boda.

“Al principio no me llamó la atención. Fue después de hablar mucho”, respondió Máxima cuando le preguntaron si se había tratado de "amor a primera vista". En la foto, uno de los momentos más incómodos de la ceremonia: a Guillermo le costó colocarle el anillo. Nunca se supo si el tamaño no era el indicado o si los nervios le jugaron una mala pasada.

Aunque Jorge Zorreguieta no estuvo presente, su hija tuvo un emotivo gesto en su honor al elegir una melodía argentina durante la ceremonia. Uno de los momentos más emotivos en la iglesia Nieuwe Kerk fue un tributo que conmovió a los presentes y simbolizó la fortaleza de Máxima al navegar las complejidades de su pasado: el bandoneonista Carel Kraayenhof interpretó el tango Adiós Nonino, de Astor Piazzolla, favorito de su padre.

Máxima no pudo contener sus lágrimas cuando el bandoneonista Carel Kraayenhof interpretó el tango Adiós Nonino, de Astor Piazzolla.

Detalles de protocolo y un beso inesperado

25 decoradores trabajaron en la ambientación de la iglesia. Por pedido de la novia, las flores cumplieron un rol fundamental: 30 mil se distribuyeron a lo largo del espacio religioso. En su manos Máxima llevó un bouquet de rosas blancas, gardenias y lirios del valle.

Otra postal del cuento de hadas del siglo XXI. El Baile Real sería al son de New York, New York, de Frank Sinatra.

El protocolo fue estrictamente observado durante toda la jornada, pero hubo momentos de espontaneidad que sorprendieron a los asistentes. Uno de ellos fue el icónico beso en el balcón del Palacio Real de Ámsterdam.

Se estima que más de 140 mil personas salieron a la calle en Amsterdam para el gran día.

Aunque planeado, Guillermo Alejandro y Máxima lograron que pareciera un acto de amor sincero y espontáneo, arrancando aplausos de la multitud que se congregó para celebrar.

Este carruaje (denominada Gouden Koets) fue el que inspiró a Walt Disney a incluir representaciones animadas del mismo en sus películas más icónicas. Por caso, Cenicienta. Además se trata de un regalo del pueblo a la reina Guillermina en el año 1896 .

Lo que todos quieren saber: la trastienda de la elección nupcial de Máxima, el Valentino que hizo historia

Máxima caminó hacia el altar en una creación de Valentino, pero no fue su primera opción. Inicialmente, la novia había considerado a otros diseñadores europeos antes de decidirse por el diseñador italiano.

Valentino conjugó una pieza "encantada" según el pedido de Máxima: que conjugara solemnidad, sobriedad y elegancia.

El vestido, hecho de mikado de seda, se destacaba por su elegancia clásica y por una cauda de cinco metros que evocaba la grandeza de las bodas reales. Lo que pocos saben es que Valentino ajustó el diseño en tiempo récord, tras varias solicitudes de cambios de último minuto hechas por la novia.

Inés Zorreguieta –hermana menor de Máxima, quien se suicidaría el 6 de junio de 2018–, Valeria Delger –íntima amiga de la argentina–, y Juliana Guillermo y Theresa von der Recke –primas de él– fueron las cuatro damas de honor que llevaron la imponente cola de cinco metros de encaje bordado del Valentino que lució Máxima.

Detrás de bambalinas, un equipo de costureras trabajó hasta altas horas de la noche durante semanas para perfeccionar cada detalle. El bordado floral en los puños y el escote se realizó a mano, incorporando hilos de plata que simbolizaban prosperidad y longevidad.

Valentino, conocido por su perfeccionismo, supervisó personalmente las pruebas finales en un atelier privado en Roma. Una anécdota poco conocida es que, durante la última prueba, se descubrió una pequeña imperfección en la costura de la cauda, lo que llevó a un arreglo de emergencia pocas horas antes del gran día.

Al salir del templo, tras haber sonado el himno de los Países Bajos, fue el turno del Aleluya.

La Maximanía en Holanda, siempre retratada por GENTE

En un día cargado de emoción y fervor, la imagen de los novios se plasmó en todo tipo de recuerdos: remeras, paraguas, carteles, bufandas, muñecos, tazas, chocolates, llaveros, gorros, banderas y vinchas, entre otros.
En medio de tanta euforia, los colores nacionales no podían faltar: los argentinos hicieron flamear el celeste y blanco, mientras que los holandeses inundaban las calles con el vibrante naranja de la Casa de Orange.
Otra postal que retrata la locura por la Boda Real en Holanda, bajo la lente del equipo de GENTE que viajó a Amsterdam para vibrar la Maximanía en las calles.
La Maximanía, a pleno en las calles. Nada alcanzaba para rendirle tributo: aquí tres ciudadanas con remeras clonadas con la etérea imagen de la nueva reina del pueblo.
La fiebre por la boda fue tal que hasta marcas de renombre como Tommy Hilfiger y Ralph Lauren no dudaron en adornar sus fachadas con los retratos de la pareja real.
Durante meses, los habitantes y turistas no dejaron de adquirir la moneda conmemorativa del enlace, disponible en el correo por diez euros.

Fotos: archivo Grupo Atlántida

Compilación de material de archivo: Gustavo Ramírez

Arte de apertura: Silvana Solano.

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