“A veces sueño que Antonini Wilson me despierta y me mata a puñaladas” – GENTE Online
 

“A veces sueño que Antonini Wilson me despierta y me mata a puñaladas”

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Nací con tan sólo un kilo de peso. Por eso, que esté charlando hoy con vos es un milagro”, aclara de entrada María del Luján Telpuk (28), que nació en Venado Tuerto y se crió en la tranquilidad de Hughes, provincia de Santa Fe. Hija de Yolanda Moyano y de León Telpuk (de origen ruso, ya fallecido), vivió una dura infancia: “Mi papá era alcohólico. Se suicidó cuando yo tenía ocho años y tuve el dolor de encontrarlo muerto en el piso. Todavía hoy no puedo borrarme esa imagen que, según creo, me va a acompañar toda la vida”.

Su madre le puso María del Luján en agradecimiento a la Virgen, “ya que sin su aporte no hubiese sobrevivido”. En realidad ansiaba llamarla Lorena, pero en el Registro Civil no se lo permitieron, vaya a saber por qué. “Igual todos, familia y amigos, le decimos así”, cuenta Yolanda, quien comenta que su hija es la más mimada de cuatro hermanos: Fernando (44), Francisco Pablo (48) y Teresa (53). El primero de ellos fue el que la convenció para que se trasladara a Buenos Aires e ingresara en la Policía de Seguridad Aeroportuaria: “Yo estaba tranqui en mi pueblo: era maestra jardinera, andaba feliz con mi delantalcito... Eso sí, cobraba poco, unos doscientos pesos, y me tentó cuando me dijo que pagaban unos mil. Quería progresar, pero mirá en qué lío me terminé metiendo”, comenta con relación al escándalo que desató cuando hizo que se descubriera que en la valija que llevaba el venezolano Guido Antonini Wilson había nada menos que 800.000 dólares.

“Después hablamos todo lo que quieras de lo de la maleta, pero también quiero comentarte de dónde vengo, para que la gente sepa que no soy ninguna acomodada”, explica, y rememora las épocas de la escuela primaria y secundaria, cuando tomaba clases de danza española: “Era lo que había en el pueblo. Ahí sí que no tenía opción para elegir entre jazz o lo que se te ocurra. Pero desde chiquita que me encanta lo artístico. Hoy sigo siendo la primera suplente en Patinando por un sueño. ¿Si alguien hizo que yo quedara afuera del programa de Tinelli? No lo sé. Ojalá que no, porque tengo muchas ganas de progresar. Hasta fin de año sigue mi contrato con Ideas del Sur, y me están pagando todos los meses, sin ningún problema. Ahora estoy tomando clases de teatro, jazz y comedia musical en la escuela de Reina Reech. Estamos trabajando todos los alumnos con tres coreografías, para representarlas a fin de año en un teatro”.

–¿Y ahora que llega el verano y se forman los elencos, tuvo ofertas?
–Estoy ilusionada, porque Nito Artaza me convocó para una reunión esta semana. Ojalá se me dé. Me gusta rodearme de figuras de las que aprender.

–¿Y con Tinelli quiere seguir?
–Claro. ¿Quién no quiere formar parte del staff de Marcelo? Me encantaría continuar, porque además el año que viene va a hacer algo con comedias musicales. Eso me fascina.

–¿Cómo se sintió desfilando en la disco Ink?
–Teniendo en cuenta que no tengo experiencia, bastante segura...

–Le elogian mucho sus curvas. Cuente cuántas cirugías se hizo…
–Una sola y que me obsesionaba. Te cuento un secreto: cuando cumplí quince, mamá me preguntó qué quería de regalo, y le dije: “La moto o las lolas”. Y me regaló la moto. Ya de adolescente me obsesionaba tener pechos. Era tan tabla que hasta no hace mucho me decían Cacho, porque no tenía lolas. Hace dos años recurrí al bisturí y solucioné el tema.

–¿Y hoy luce orgullosa sus curvas?
–Sí. ¿Para qué te lo voy a negar?: 95-63-95. Mido 1,68. Lo que me hubiese gustado heredar son los ojos color turquesa de mi papá.

–¿Y los 800 mil dólares de la valija de Antonini?
–Vaya a saber dónde están... A mí sólo me trajeron problemas, pese a que hice lo que debía como policía de seguridad aeronáutica: pedirle que abra la valija.

–¿Qué le llamó la atención para hacerle abrir la valija al venezolano Antonini Wilson?
–En el scanner se veían como paquetitos rectangulares, todos perfectos. Por supuesto que no se distinguía si era dinero. Por eso le pregunté qué llevaba y él dijo “libros”. Cuando le consulté si era dinero, me dijo que sí. Sin vueltas, contestó: “60.000 dólares”. Eran bastante más.

–¿Nadie le sugirió “Nena, dejálo pasar”?
–No. El procedimiento fue correcto.

–¿Y después no hubo presiones del Gobierno para favorecer con sus testimonios a funcionarios como Claudio Uberti, entonces titular del Organo de Control de Concesiones Viales, y uno de los pasajeros del famoso vuelo Caracas-Buenos Aires?
–Me llamaron, me amenazaron, me dijeron que me callara la boca, pero no sé de dónde provenían esas voces. Ahora hace rato que no me dicen nada. Igual, algo de miedo me queda, aunque no el de antes.

–¿Y es cierto que agentes del FBI la presionaron cuando fue a declarar a Miami por la causa que se lleva en los Estados Unidos?
–Y, la verdad es que me esperaron en el aeropuerto cuando llegué. Después me ofrecieron contactos con la mejor agencia de modelos de allá, y hasta asilo político. Por suerte no acepté, porque si lo hacía, me dijeron que eso me desacreditaba como testigo. Como tengo la conciencia tranquila, nada me preocupa. Siempre hice lo que tenía que hacer: cumplir con mi deber. Ahora sólo miro para adelante.

–¿Y qué ve?
–Deseos de ganarme un lugar en el ambiente artístico. Sé bailar muy bien y quiero demostrarlo. Espero una oportunidad.

–¿Se da cuenta de que si no hubiese sido por la célebre maleta, quizá no se le habría abierto la puerta del mundo de la farándula?
–Soy muy consciente. Fue el único costado bueno de este asunto, que todavía me martiriza después de haber actuado honestamente. Pero vos lo dijiste: sigue siendo una pesadilla. Mirá cómo será que a veces sueño que Antonini me despierta y me mata a puñaladas.

Lorena, como le gusta que la llamen, posa sensual mostrando sus curvas. ¿Medidas? 95-60-95. ¿Anhelo? <i>“Iniciar una carrera artística; bailo muy bien”</i>, arriesga.

Lorena, como le gusta que la llamen, posa sensual mostrando sus curvas. ¿Medidas? 95-60-95. ¿Anhelo? “Iniciar una carrera artística; bailo muy bien”, arriesga.

<i>“Hasta no hace tanto me decían Cacho, porque no tenía nada de lolas”</i>

“Hasta no hace tanto me decían Cacho, porque no tenía nada de lolas”

El viernes por la noche despertó todo tipo de comentarios sobre la pasarela del boliche <i>Ink</i>, de Palermo. <i>“Fue la primera vez que desfilé, pero me sentí muy tranquila, muy contenida. La pasé bárbaro”</i>, contó María del Luján.

El viernes por la noche despertó todo tipo de comentarios sobre la pasarela del boliche Ink, de Palermo. “Fue la primera vez que desfilé, pero me sentí muy tranquila, muy contenida. La pasé bárbaro”, contó María del Luján.

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