Es un pedazo de la historia del rock argentino, guitarrista y vocalista de una de las bandas más arquetípicas, Serú Girán. También se considera miembro de un club peculiar. “Pertenezco al clan de ‘no vivir nunca con la novia’. Y ella es igual. No queremos saber nada con convivir. Cuando nos vemos, no tenemos tiempo para pelear, y eso está genial. Me gusta hacer mi vida, estar solo, y a ella también. Cada uno tiene sus cosas. Está divino, divino”, explica David Lebon (56) que, si editara un libro de autoayuda con su método de convivencia, evitaría innumerables divorcios… y vendería mucho.
Hace doce años, Lebon se instaló en Mendoza para alejarse de sus vicios –el alcohol y las drogas–, que casi se lo llevan. Y lo logró. Pero, más allá de su recuperación, sentía que en su vida faltaba algo. Hasta que apareció Hilda Lizarazu (46), la novia comprensiva, “casi tanto como Marge Simpson”, quien le devolvió la llamita que hoy lo inspira para componer, volver a los escenarios y disfrutar a pleno de su vida. “Lo nuestro comenzó en la playa. Todo muy romántico, como en las películas. Fue muy lindo. Tenemos una relación madura: no hay celos, nos sentimos muy libres, está todo bien…”, explican.
El sábado fueron a almorzar en horario rocker –cuatro de la tarde– a una parrilla de Palermo. Los acompañaron las hijas de David. La gran ausente fue Mia (9), la hija de Lizarazu. De a poco, David –viejo más por lo vivido que por su edad, aunque ya tiene varios nietos en su haber– se instaló en Buenos Aires. No hace falta aclarar el motivo.
No esquivan los flashes, pero se los ve poco juntos debido a su modalidad de noviazgo.
El sábado, David e Hilda almorzaron a las cuatro de la tarde en una parrilla de Palermo.