Acababa de salir de una operación de cadera, y aquel verano incluso daba pruebas de su recuperación improvisando “un cabeza” con el fotógrafo y el periodista de GENTE en las playas puntaesteñas. Sí, una operación de cadera que dieciocho años más tarde volvió a enviarlo al quirófano durante febrero último, después de que se cayera paseando a su perro y fuera derivado al Hospital General de Agudos Dr. Ignacio Pirovano, de Coghlan, CABA, donde una infección intrahospitalaria y una neumonía e insuficiencia cardíaca y renal con coma farmacológico determinó, el domingo 20 de abril de 2025 y previa autorización de su familia, el retiro de ventilación mecánica y la muerte de Hugo Orlando Gatti, a sus 80 años.
¿Nuestro homenaje más fiel al inolvidable deportista y personaje nacido el 19 de agosto de 1944 en el partido bonaerense de Carlos Tejedor? Recordarlo con la frescura que lo caracterizó dentro y fuera de la cancha, a partir de ese último reportaje que nos concedió y ahora replicamos en tiempo real, tal como fue publicado en la edición 2166 del 23 de enero de 2007…
“HOY SOY MUCHO MÁS FELIZ QUE CUANDO JUGABA AL FÚTBOL”

mi cabeza", comentaba
Ya no firma autógrafos sólo con la letra G. “El jugador activo vive en una nube de pedos. A mí me atacó durante la época en que competía. Te juro que caminaba al lado de la gente y no la miraba ni escuchaba”, sorprende testimoniando.
Con el tiempo, su inicial se convirtió en Gatti… “Cuando me rajaron definitivamente de Boca, en el ‘88, a mis 44 pirulos, comenzaron a llegarme ofertas locales y desde Chile, Colombia y Brasil. Sin embargo, de a poco se me iba enfriando la calentura que sentía por Boca. Lógico, Boca era mi novia, mi compañera, mi amante, y me había echado de casa con una patada en el traste. Pienso que en lo íntimo supe que mi carrera acababa de escribir su punto final”, vuelve a sorprender.

A partir de tal instante, la G devenida en apellido creció, convirtiéndose en Hugo Gatti. “Apenas lo procesé, empecé a comprender que fuera de una cancha, lejos de las ovaciones y las tapas de diarios y revistas, me esperaba una oportunidad distinta, pero igual de intensa”, precisa.
Hoy el caballero de porte estilizado y sonrisa eterna firma al que le pide un autógrafo “Para... Con cariño, Hugo Gatti”. “Porque hoy -recalca el presente- soy mucho más feliz que cuando jugaba al fútbol”, redondea el concepto bajo su visera cheguevarista, tirado sobre el camastro central de Movistar Montoya Beach, y sacando y poniendo su botellita de cerveza en una frapera de acero inoxidable repleta de hielo.
–¿Qué otra declaración extraordinaria guarda escondida? Porque entregando conceptos lindantes con la modestia y la humildad, usted nos deja perplejos...
–(Carcajada) Mejor no te malacostumbres. Me agarraste con la guardia baja. Ya voy a levantar a lo largo de la nota (vuelve a reír).

–Recién, no bien le propusimos concretar sus fotos acá, en el parador, dudó bastante. ¿Acaso lo apichonaba tanta gente alrededor? ¿Es tímido?
–Touché. Soy tímido. Seguro. Y volvés a agarrarme con la guardia baja. Tipo Cassius Clay. Nosotros dejamos la guardia baja para sacar de repente algún conejo de la galera. Pura capacidad natural mutua. Yo fui, soy y seré el Cassius Clay argentino.
–Parece que no tardó en aparecer el famoso Gatti al que nos referíamos recién...
–No voy a cambiar a los 62 años. Mentirosos, porque me siento de 40 y disfruto la vida como un pibe de 20. Aunque cierto par de cosas me cuestan un poco. Sólo un poco, eh. Hace diecisiete meses me operé de la cadera. No podía caminar. Me jorobaba una artrosis galopante. El traumatólogo Fermín García logró salvarme. Un genio. Se parece a mí… ¿Querés que te cuente algo más de Cassius?
“SI DIEGO (MARADONA) Y YO ESTUVIÉRAMOS EN FUNCIONES, ¿CUÁNDO VALDRÍAMOS?

“Le puse Lucas Cassius a mi hijo mayor por Clay (el menor, de 25, se llama Federico) -sorprende Hugo Orlando por el dato-. Lo conocí en 1979. Invitado estelar, Cassius Clay (o o Muhammad Ali) entró al estudio de Canal 13. Nos cruzamos, se acercó y me lanzó: 'Tú eres un gran deportista'. Después le esquivó unos golpes a Luquitas”, rememora Gatti.
–Menciona a Lucas (27) y, sabemos, jamás se expresó de manera pública sobre la pugna entre él y su ex, Manuela Zeballos, por la tenencia de Gerónimo (7), hijo de ambos. Un litigio que ingresó a los tribunales españoles, donde le dieron la razón al padre. ¿Por qué en su momento el abuelo prefirió no abordar la cuestión?
–Se trataba de un tema que debían resolver ellos, y nadie de afuera merecía meterse. Menos aún tratándose de la salud mental de un chico. Ahora la madre lo ve un día y medio cada quince días, y Lucas lo integró a su nuevo seno familiar, junto a Marina (Gnappi, 27, ex bailarina de Nico Repetto), y su hija, Santina (3). Un atorrante irrespetuoso, Gero. “¿De verdad en tu época de portero Maradona te marcó cuatro goles en un encuentro?”, me mandó la vez pasada. Voy a tener que mostrarle mis videos.

–La pulseada judicial, el retiro anticipado, la cintura operada. ¿Gatti no cae en depresiones?
–Mi condición de hombre optimista no me lo permite. Claro que en ocasiones surgen tristezas. Ahí me considero llorón. Para el caso, aún me cuesta procesar la muerte de mi joven gran danés Pacho. Lo atacó una patología denominada megaesófago. Vomitaba lo que comía y nos obligó a sacrificarlo. Mientras lo trasladaban, contemplé su despedida desde el balcón de mi departamento de Belgrano R, hasta que desapareció. Me rompe el alma recordarlo. Dolores que ocurren. También pasan cosas piolas.

-¿Cómo cuales?
–Como adorar hace treinta y tres años a Nacha, mi señora, de la que no menciono su edad por miedo a un atentado. Como que, homenajeándome afuera lo que no se hace en mi país, Alfredo Relaño, el director de As, me convocara para escribir columnas en su diario deportivo, y la cadena de tevé La Sexta me pidiera que le comente partidos. Como convertirme en amigo del dirigente número uno del fútbol mundial, Florentino Pérez, una leyenda del Real Madrid. Como entrar al estadio Santiago Bernabeu y que explote en aplausos. Como tutearme con figuras de la talla de Zidane, Beckham, Figo, Roberto Carlos, Ronaldo... Si Diego y yo estuviéramos en funciones, ¿cuánto valdríamos?
–Es un remate demasiado deportivo para GENTE, Gatti.
–Si te sirve, te confieso que todavía sueño con que atajo en Boca.
–Regresa a la pelota. Déle, esfuércese.
–Bueno, tampoco me pidas que te hable de la muerte. Porque yo no voy a morir nunca.

Fotos: Archivo Revista GENTE y álbum personal de la familia Gatti