Estefanía Berardi contó una estremecedora vivencia por la que atravesó a los 17 años. Todo se dio luego de que mirara Sky Rojo, la serie en la que actúa Lali Esposito y que abarca cuestiones de mujeres que luchan por su libertad, y todo lo que hacen para lograr escaparse de sus proxenetas. Esto reavivó una vieja experiencia que tenía archivada y olvidada.
Oriunda de Mar del Plata, Berardi contó el episodio en el que fue llevada a través de un engaño a un prostíbulo. Ocurrió en un momento en el que ella estaba buscando trabajo. Estefanía decidió hacer público el caso a través de su cuenta de Instagram. Con su exposición, más allá de que remover estas cuestiones no le hace nada bien, busca poder ayudar a adolescentes que se encuentren en una situación de vulnerabilidad por falta de trabajo.
“Tenía 17 años, quería tener mi propio trabajo, tenía una autorización firmada por mi mamá ante un escribano, pero nadie me tomaba, por ser menor”, comentó y agregó: “Siempre iba a todos lados con mi mamá, pero esa vez, con una amiga compramos el diario y nos pusimos a leer los avisos. Lo cuento para que tengan muchísimo cuidado, porque me salvé de casualidad y podría no estar contándolo”.
“Me dejé llevar por el aviso que decía que se buscaban bailarinas para shows, y yo bailo danza clásica desde que tengo 8 años, era mi sueño: trabajar de lo que me gusta. Estaba el número de teléfono y yo, de ingenua, mandé un mensaje de texto y el hombre me responde y me cita para las 2 de la tarde. Esto fue tipo 11 de la mañana”, recordó.
“Fui a la casa, me atendió una señora anciana, me hizo pasar... Era una casa muy limpia, pero rara. Tenía una cámara que apuntaba a la puerta, el techo decorado con telaraña de cotillón, tridentes... Pensé que era un instituto de inglés y que querían a alguien que coordine un acto, algo de eso. Re inocente. En un momento salió una mujer rubia de un baño, tapada sólo con una toalla, recién bañada”, recordó.
Luego llegó el peor memento. Cuando tocan el timbre, ella ve que era un hombre, y la mujer que la había atendido le pide que se esconda para que no la confundan. “¿Que no me confundan con qué? Apenas me hice esa pregunta veo que pasa una morocha en portaligas a recibirlo. Donde me hizo esconder estaba lleno de camas de dos plazas: ahí me di cuenta de dónde estaba”.
“Traté de no mostrar mis nervios. Le dije a la viejita que me estaba esperando mi mamá afuera, que le tenía que dar una llave y volvía. La señora se dio cuenta y me preguntó si sabía dónde estaba y le dije que sí... Apenas me abrió salí corriendo desesperada,. No podía parar de llorar”.
