El lunes 5 de mayo se celebra la nueva edición de la MET Gala, el evento anual más esperado del calendario fashionista en el que Anna Wintour, editora de Vogue e histórica anfitriona de la gala, estará acompañada por los co-hosts Pharrell Williams (músico y director creativo de Louis Vuitton), el actor estadounidense Colman Domingo y el automovilista británico Lewis Hamilton. Además, se les unirá Lebron James como anfitrión honorario.
Culminado el papado de 12 años de Francisco I, dado su fallecimiento el 21 de abril pasado, y tras su emotivo funeral, revisitamos la edición de 2018 en que el Museo Metropolitano de New York decidió rendirle tributo a la Iglesia Católica, de la que Jorge Mario Bergoglio (1936-2025) fue máximo líder como Sumo Pontífice. Lo que pocos saben es cómo se decidió la temática litúrgica, que por entonces titularon Heavenly Bodies: Fashion and the Catholic Imagination (Cuerpos celestiales: moda e imaginario católico), y cómo convencieron al Vaticano de ser parte.

La trastienda de cómo el Vaticano se unió a la MET Gala del 2018
Como se sabe, la temática y el dresscode de cada año están alineados a la exhibición del MET que hace hablar a todo el mundo y en la que Andrew Bolton, su curador, tiene un especialísimo rol. Por entonces, no le fue nada fácil que el Vaticano aprobara el tema y se uniera a la celebración.
Para entender las implicancias de lo que ocurrió siete años atrás y por qué fue trascendental, hay que recalcar que fue Bolton quien, además de tener el aval oficial, consiguió que 40 piezas del Vaticano, incluyendo atuendos papales, viajaran exclusivamente a New York.
Si bien la idea original para esa edición fue rendir tributo a todas las religiones, luego se decantaron exclusivamente por la inspiración católica. Para lograr que el Vaticano fuera parte de la gala, Bolton se reunió con el Prefecto de la Casa Pontificia, Georg Gänswein. A partir de ese encuentro, Heavenly Bodies pasó de ser un sueño a una realidad.

Recordemos que en el Vaticano, el país más pequeño del mundo y donde rige una teocracia, el jefe de Estado es el Papa. Por entonces, y desde 2013, año en que fue elegido el Papa Francisco, como cada sumo pontífice, reunía el control de los poderes ejecutivo, legislativo y judicial. Así que Francisco no sólo tomaba todas las decisiones del microestado donde se ubica la Santa Sede, también como líder del catolicismo, por supuesto aprobó que esta fusión con la moda fuera posible.
A Bolton le llevó diez viajes a Roma para conseguir la aprobación. Su idea era representar cómo el catolicismo había inspirado a la moda. De las cuarenta piezas papales que finalmente fueron parte de la exhibición, al comienzo solo ocho iban a ser trasladadas. La perseverancia fue más que clave. De hecho, fueron parte accesorios de la sacristía de la Capilla Sixtina: muchos de ellos jamás habían salido del Vaticano.

De los tesoros del Vaticano al contraste de los mocasines de Benedicto XVI y la austeridad de Francisco
Entre los tesoros que fueron parte de la muestra se destacó una tiara de 18 mil diamantes y 19 mil piedras preciosas, además de rubíes, zafiros y esmeraldas, que viajó con una persona del Vaticano asignada para garantizar su seguridad.

Aunque Bergoglio solo usara una simple sotana blanca y zapatos desgastados, históricamente los opulentos ropajes de la Iglesia Católica siempre fueron una manera de imponer autoridad y forman parte de la imaginería de la religión.
Para que se pudieran exhibir todos esos símbolos, el curador británico consiguió la aprobación de la Iglesia Católica. Si analizamos ese gesto, también fue una demostración de cómo el catolicismo a partir del papado de Francisco de los pobres se despojó de la ostentación y pregonó la austeridad.

Entre las joyas vaticanas, se exhibió una descomunal capa de tafetán de seda blanca y dorada, bordada con hilo de oro, oropel y lentejuelas, que perteneció al papa Benedicto XIV en pleno siglo XVIII. La pieza, digna de un milagro textil, fue confeccionada por 15 artesanos a lo largo de 16 años de trabajo meticuloso.
Andrew Bolton admitió que no le sorprendía que algunos vieran como una herejía mezclar lo comercial de la moda con lo sagrado de la religión. Pero, como dejó claro en el catálogo de la muestra, el vestuario siempre ha sido clave en cualquier conversación sobre fe: "Expresa afiliaciones espirituales y, al mismo tiempo, marca diferencias entre credos".

La exposición más ambiciosa en la historia del Costume Institute no solo ocupó las salas medievales del MET en Central Park, sino que se desbordó hacia el Anna Wintour Costume Center y hasta The Cloisters, el místico monasterio reconstruido en el norte de Manhattan. Un despliegue sin precedentes para un tema que corta fino y genera susceptibilidades: moda y religión.
Junto a los tesoros papales se pudieron apreciar diseños exclusivos de grandes diseñadores como Viviene Westwood, Jean Paul Gaultier, Christian Lacroix, Chanel, John Galliano y Dolce & Gabbana, entre otros. El Vaticano puso una única condición para ser parte: que las piezas papales fueran exhibidas separadas de las piezas de moda de la muestra.

Los singulares diseños de inspiración católica que lucieron las celebs en la MET Gala 2018
Como se sabe, cada año, a la par en que queda exhibida la muestra, se celebra una exclusiva cena en la que los tickets para caminar la alfombra roja más glamorosa y sentarse a la mesa pueden llegar a costar más de 300 mil dólares. Al ser una gala benéfica, la recaudación se destina a la financiación de las exposiciones, investigaciones y conservación de la colección del Instituto.
A continuación, algunos de los diseños celestiales (desde ángeles étereos a sotanas fashion) de esa edición en los que lo divino finalmente se entremezcló con los flashes y la vanidad.






