El encantador pueblo escondido de Entre Ríos rodeado de naturaleza virgen y a solo una hora de Paraná – GENTE Online
 

El encantador pueblo escondido de Entre Ríos rodeado de naturaleza virgen y a solo una hora de Paraná

Entre senderos, aves autóctonas y sabores del litoral, este destino ofrece una experiencia única para quienes buscan descanso y naturaleza en estado puro.
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A una hora de Paraná, Cerrito sorprende a quienes llegan buscando naturaleza, aire puro y un ritmo de vida sin apuros. Este pequeño pueblo entrerriano, fundado en 1882 durante el auge de la colonización agrícola, conserva la esencia rural que lo vio nacer y la combina con una fuerte conciencia ambiental.

Uno de los espacios más visitados es la Reserva Natural Educativa Montecito de Lovera, un pulmón verde que protege seis hectáreas de monte nativo. Entre algarrobos, ñandubay y espinillos, los senderos interpretativos se abren paso para mostrar la biodiversidad local: allí habitan más de cien especies de aves, como cardenales, calandrias, horneros y biguás. Es un lugar ideal para las caminatas tranquilas, la observación de fauna y las fotografías al aire libre.

El entorno natural se completa con los paisajes ribereños del río Paraná, donde el agua marca el pulso del pueblo. Las orillas son el escenario perfecto para pescar, andar en kayak o simplemente disfrutar de un paseo al atardecer. Cerrito logra ese equilibrio entre naturaleza y serenidad que lo vuelve uno de los secretos mejor guardados de Entre Ríos.

Los senderos del Montecito de Lovera invitan a recorrer el monte nativo y descubrir aves autóctonas del litoral.

Su casco urbano mantiene la calidez de los pueblos pequeños: el Palacio Municipal, la Biblioteca Popular Federico Schroeder y el Museo Regional son parte del recorrido histórico que permite conocer la vida de los primeros colonos europeos. En el centro, la Plaza Las Colonias es el punto de encuentro por excelencia, rodeada de árboles frondosos que regalan sombra y un ambiente ideal para compartir mates o una charla sin reloj.

La gastronomía local también tiene identidad propia. Los pescados de río —como el dorado, el surubí o el sábalo— son protagonistas en los restaurantes del pueblo, acompañados de parrilladas y verduras frescas. En las ferias, los visitantes pueden probar quesos caseros, embutidos y dulces regionales elaborados por productores locales. Todo con ese sabor artesanal que distingue a la cocina del litoral.

Naturaleza, historia y gastronomía local se combinan en una experiencia auténticamente entrerriana.

Durante todo el año, Cerrito celebra fiestas patronales y encuentros culturales donde se mezclan la música popular, las danzas folclóricas y las comidas típicas. Es un pueblo que se vive con todos los sentidos: entre la calma del monte, el murmullo del río y el espíritu comunitario de su gente.

Lejos del ruido y cerca de todo, Cerrito se consolida como un destino ideal para quienes buscan un fin de semana distinto, en contacto con la naturaleza y la historia viva de Entre Ríos.



 
 

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