En el corazón del noroeste argentino, rodeado de montañas rojizas y valles fértiles, un pequeño pueblo acaba de ser reconocido por ONU Turismo como uno de los “mejores pueblos del mundo”. Se trata de Famatina, en la provincia de La Rioja, un destino de menos de 7.000 habitantes que combina historia ancestral, paisajes únicos y una identidad profundamente ligada a la naturaleza.
El anuncio fue realizado en el marco de la iniciativa internacional Best Tourism Villages, que distingue a las comunidades rurales que preservan su patrimonio cultural y natural, promueven la sostenibilidad y mantienen vivo su modo de vida tradicional. Para Famatina, esta nominación representa un hito: no solo visibiliza su riqueza turística, sino que también posiciona a La Rioja en el mapa global de los destinos emergentes.

A los pies del Nevado del Famatina, una de las montañas más emblemáticas del país, el pueblo despliega un entorno de postales que mezclan el verde de los valles con los tonos ocres de las sierras. Las calles tranquilas, las casas de adobe y las capillas centenarias cuentan historias que se remontan a la época colonial y al paso del Camino del Inca (Qhapaq Ñan), una red vial ancestral declarada Patrimonio Mundial por la UNESCO.
Pero Famatina no solo seduce por su historia: también es un paraíso para los amantes del aire libre. Desde el centro parten senderos hacia miradores naturales como La Cruz, que ofrece vistas panorámicas del cordón montañoso, y recorridos que invitan a descubrir el Cañón del Ocre, un espectáculo geológico de colores intensos producto de la oxidación de minerales. A pocos kilómetros, la Mina La Mejicana completa un circuito imperdible que combina aventura y memoria minera.
La zona es además hogar de una fauna autóctona diversa, con cóndores, guanacos y zorros que acompañan el paisaje. Trekking, bicicleta, cabalgatas y caminatas guiadas son algunas de las experiencias que permiten conocer el entorno de cerca.

En el plano cultural, Famatina conserva costumbres que atraviesan generaciones. Las fiestas patronales, los talleres de artesanos y la gastronomía típica —con vinos de altura, locro, empanadas riojanas, chanfaina y dulces caseros— forman parte del encanto cotidiano de este rincón riojano.
Accesible por la Ruta Nacional 40 y la Ruta Provincial 78, el pueblo está a unas 15 horas de CABA y solo dos de la capital riojana. Su clima templado y su hospitalidad lo convierten en un lugar ideal para visitar en cualquier época del año.
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